Filip Dujardin nacido en 1971 en un municipio belga con canales y pintorescas casas EN SU Arquitectura imaginaria
El autor fotografía todo de la arquitectura diferente para montar edificios imposibles que incluso engañan al ojo humano. Filip fotografía edificios típicos y, a menudo construcciones modernas, que con el tratamiento por ordenador las transforma en edificios extraños que dibujan una arquitectura imaginaria y a su vez fantástica.
Filip Dujardin es un artista y fotógrafo reconocido por su capacidad de jugar con los límites de la arquitectura y la fotografía. Sus creaciones van más allá de la simple fotografía de inmuebles; son una exploración personal que desafía la percepción de los espacios y estructuras que nos rodean. Crece en un mundo visualmente rico, el cual es claramente evidente en la complejidad y detalle de su obra.
En sus series más conocidas, Dujardin toma como punto de partida fotografías reales de estructuras existentes. Luego, mediante el uso meticuloso de programas de edición digital, manipula y recompone estos elementos arquitectónicos en edificaciones que desafían las leyes de la física y la lógica convencional. Esto resulta en un juego visual sorprendente, donde cada pieza parece realista a primera vista, pero una observación más detallada revela anomalías y peculiaridades que son físicamente imposibles.
La obra de Dujardin resuena con la arquitectura contemporánea y la escultura, pero siempre con un toque de surrealismo. Su talento para transformar lo mundano en algo extraordinario no solo ha capturado la imaginación de espectadores alrededor del mundo sino que también ha provocado un valioso diálogo sobre los espacios urbanos y la naturaleza de la arquitectura misma.
A través de su lente, Filip, en su Arquitectura imaginaria, invita al observador a cuestionar la realidad de los espacios habitables y a imaginar las posibilidades infinitas de la construcción y el diseño. Su trabajo ha sido expuesto en numerosas galerías internacionales y ha ganado adeptos tanto dentro de la comunidad artística como entre críticos de la arquitectura y diseño. Su contribución al arte visual continúa inspirando y desafiando nuestra comprensión del mundo construido.
En algunas de las fotografías presentadas, de la arquitectura imaginaria, se reconocen lugares solitarios y oscuros que parecen pertenecer a una vieja fábrica abandonada. Sin embargo, el verdadero propósito de estos edificios es conocido, probablemente de su único autor. Otras fotografías presentan las llamadas casas “imposibles”: Filip los recoge en partes, como si los diseñadores de Lego bloques o Tetris se tratara. Y a pesar de que la existencia de tales estructuras en la vida real es prácticamente imposible, el resultado de las imágenes se ven sorprendentemente reales.
Según Filip Dujardin inicialmente parte de una idea para generar una estructura fantástica. Luego, el autor crea una serie de maquetas de trabajo en cartón, pero últimamente él ha desarrollado la habilidad de modelar con diseño asistido por ordenador en 3D con SketchUp (programa de modelado tridimensional) y de ese modo trabajar con él.
Todo ello después del trabajo cuidado de que Filip coge su cámara y realiza una la sesión de fotos en la búsqueda de material adecuado. El autor no tiene que ir muy lejos: la mayoría de las fotos tomadas en su ciudad natal en Belgica. Con las fotos realizadas el fotógrafo regresa a su estudio, donde las recorta, pega, las escala y realiza un puzle con ellas generando una construcción original.
Cuando profundizamos en la vida y carrera de Filip, vemos un patrón de inconformismo que lo impulsa hacia la innovación. A pesar de que su título y formación es de arquitecto, la especialidad de Filip trasciende la creación de estructuras habitables. En lugar de ello, su enfoque se centra en dar vida a las posibilidades arquitectónicas que, aunque no puedan erguirse en la realidad por diversas limitaciones técnicas, financieras o de diseño, cobran vida en sus detallados y creativos collages.
Filip explora estos edificios imaginarios con un detenimiento que desafía nuestras expectativas de lo que debería ser la arquitectura. En su arte, no hay límites para las formas, estructuras o materiales. En su proceso creativo, él conjura visiones de estructuras imponentes y fantásticas, ciudades futuristas y espacios que reinventan la relación entre el ser humano y su entorno construido.
Esta “insatisfacción” de la que habla no es más que una chispa de creatividad que le permite expandir los horizontes establecidos y, al mismo tiempo, criticar y reflexionar sobre el rol del arquitecto en la sociedad moderna. Los collages de Filip se vuelven así una expresión artística que cuestiona y se aleja de la arquitectura convencional para abrir un diálogo sobre las potencialidades del espacio y la imaginación sin barreras.
