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Centro de Gestión y Recursos para el deporte

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Edificio Terciario de oficinas en Madrid

Es un edificio terciario de oficinas en Madrid que parte esencialmente de la geometría en planta que tiene la parcela y el estudio del movimiento circular que es el que se basa en un eje de giro y radio constante que cuya trayectoria dibuja  un cuarto de circunferencia y en el  perímetro se produce una fuerza que tiende a alejar los objetos del centro de rotación mediante la velocidad tangencial, perpendicular al radio, en su movimiento circular, rompiendo su límite.

Si bien es cierto que la arquitectura siempre está, o al menos debería estar, vinculada a su entorno, también es cierto que a veces ciertos entornos se imponen con especial vehemencia, convirtiéndose en el factor determinante. En el Centro de Gestión y Recursos para el Deporte, encontramos arquitecturas nacidas con una juvenil y alegre libertad, que buscan contagiar al ambiente con su carácter «revolucionario». Esto contrasta con otras arquitecturas que no pueden renunciar a su adusto signo, y se dedican incansablemente a reparar y zurcir los rotos a su alrededor.

En este contexto, el Centro de Gestión y Recursos para el Deporte emerge como un oasis de innovación y dinamismo en el paisaje arquitectónico. Las formas y líneas del edificio reflejan una energía juvenil y una actitud abierta hacia el cambio y la experimentación. Se integra de manera armoniosa en su entorno, pero al mismo tiempo desafía las convenciones establecidas con un enfoque fresco y atrevido.

A través de su diseño y funcionalidad, el Centro de Gestión y Recursos para el Deporte busca inspirar y motivar a aquellos que lo utilizan, creando un ambiente estimulante y lleno de posibilidades. Su presencia en el entorno se destaca por su capacidad para revitalizar y transformar el paisaje urbano, convirtiéndolo en un lugar más vibrante y emocionante para la comunidad. En resumen, este centro representa un ejemplo inspirador de cómo la arquitectura puede influir positivamente en su entorno y en las personas que lo habitan.

El concepto.

Partiendo de la premisa impuesta por la ubicación, queda por despejar la incógnita del cómo. En ocasiones, las condiciones geométricas y conceptuales del trazado son tan claras que este tipo de arquitectura encuentra un camino marcado del que no puede ni debe desviarse. Se generan unos espacios interiores a modo de núcleos de aire y luz que atraviesan el edificio, organizando el programa en torno a ellos para ofrecer total flexibilidad y versatilidad en la distribución de espacios, al tiempo que dotan de luz y ventilación al interior del Centro de Gestión.

Por otro lado, surge una variable que introduce un mayor grado de complejidad al problema: el carácter público del suelo libre. No es posible, en nuestra opinión, abordar la solución desde la ya contrastada y repetida hipótesis de que «la calle impone el límite».

La respuesta arquitectónica radica en configurar lugares públicos, tanto dentro como fuera del edificio, que sean creíbles como tales. Este edificio terciario de oficinas en Madrid está orientado hacia el exterior, hacia el asfalto y el tráfico, pero al mismo tiempo se abre hacia un espacio generado por las mismas leyes de geometría circular. Este espacio interior está dotado de zonas verdes y de estar con colores y texturas que se comunican con las instalaciones deportivas circundantes.

De este modo, el edificio busca fusionar el exterior con su interior, invitando a la naturaleza a entrar en él y dando la sensación de que sus cubiertas han sido invadidas por ella. Esta integración con el entorno no solo proporciona un ambiente agradable para los ocupantes del edificio, sino que también crea una conexión armoniosa con el paisaje urbano que lo rodea, convirtiendo al Centro de Gestión en un espacio verdaderamente único y acogedor.

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El interior.

Este “techo viviente” cumple la función de mantener fresco el interior del edificio, es decir, al aumentar considerablemente su masa (cubiertas, jardineras, muros) aumentamos la inercia térmica del edificio (conservamos la temperatura de confort dentro del edificio sin recursos energéticos activos). En verano el interior, la temperatura es fresca pese al calor de la calle, ventilando el edificio por flujos de aire a través de sus patios interiores.

En los lucernarios y muros de cristal, existen compuertas y cortinillas controladas con un sistema computarizado se abren y se cierran para mantener la temperatura adecuada dentro del recinto y facilitar el paso de la brisa del exterior. Realmente es una respuesta ecológica que muestra la preocupación por el espacio verde que nos hace mucha falta en algunos lugares.


Habilidades

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Publicado el

2 febrero 2009

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